7 de marzo de 2016

Una Jovencita obediente o caprichosa

“Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” Colosenses 3:20

Si una jovencita desea madurar, tiene que aprender primero a ser obediente. Toda su vida será gobernada, no por capricho o placer - sino por derecho y deber. Las primeras lecciones de obediencia las aprenderá en casa. Ella debe darse cuenta de que todas las cosas no son para su conveniencia personal y placer - sino para aprender su parte en el servicio, la moderación y sacrificio - y que en el hogar se puede ser ordenada y feliz obedeciendo.

Que las ordenes, reglas y principios bíblicos que sus padres le den, será para su bien y para ayudarla a construir un buen carácter - aunque algunas de ellas le parezcan duras e innecesarias, y que interfieren con sus deseos y planes - y aunque sienta la tentación de no querer tomarlas en cuenta, y las vea como un obstáculo, y se sienta atada e infeliz al no poder llevar a cabo sus deseos egoístas- la joven se debe dejar enseñar y prestar atención a las órdenes dadas, ya sean razonables o no para ella, porque todo esto será para su propio bienestar.

La obediencia no disminuye con la edad. Tampoco es un simple requisito de la infancia – La jovencita debe aprender que será esclava del deber hasta el fin. Debe aprender a ser obediente desde pequeña, y no seguir los dictados y caprichos de su propia voluntad egoísta, para cuando el deber les llame no se vea presionada por todos lados, encontrando su vida dura y desdichada, pues esto es lo que el Señor quiere que se evite. Y es que la obediencia es tan útil y necesaria hasta los últimos años de vida.

Útil, para la jovencita que no es cristiana, para cuando ella por diversos motivos ya no viva bajo el cuidado de sus padres cristianos – la mejor herencia dada- sea que ella sea respetuosa, disciplina, ordenada, y capaz en cualquier lugar y circunstancia. 



Útil, para la jovencita cristiana, que ha aprendido a ser obediente estando bajo la tutela de sus padres cristianos, para cuando viva sin ellos al encargarse de sus propias responsabilidades y el deber sea más fuerte - ella se encuentre preparada, será exigente y obediente tendrá un corazón feliz y dispuesto al cumplir sus responsabilidades sobre sí misma, en su familia, sus amigos, su iglesia, su comunidad, y para con su Dios.
Para terminar el gran deber de los hijos es obedecer a sus padres. La obediencia comprende la reverencia interna y los actos externos, y en toda época la prosperidad ha acompañado a los que se distinguen por obedecer a sus padres y a los mandatos divinos dados por Dios, esto les permitirá tener una buena conciencia y paz en el corazón satisfacción que nada podrá destruir. Y podrá cruzar sus manos por la noche sabiendo que durante todo el día ha sido obediente y actuado rectamente ante Dios – y será el orgullo y alegría de sus padres, encontrando en la vida una alegría y tranquilidad que nadie más le puede dar.
“El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre.” Prov 10:1

¡Yo tengo más fe que aquella hermana!

Al igual que yo, de seguro has escuchado cuando llega una hermana nueva a la congregación decir: ¡hay que ponerle pilas a tal hermana para que sea más activa, se la ve muy seria y callada!...y en esto creo que debemos tener mucho cuidado. Ya que existen mujeres cristianas de diversas edades cuya fe brilla siendo pasivas, calladas tranquilas; y otras cuya fe brilla siendo más activas y más servidoras. 

Y es que las diferentes pruebas y experiencias de diferentes grados que atravesamos nos hacen mostrarnos a veces con una fe pasiva en cierto tiempo. Por esto solo nos queda el motivarnos a no descuidar el fuego - la pasión por las cosas de Dios, y no tratar de forzar y crear a una hermana igual a mi persona.

Cada una de nosotras pertenecemos a la familia de Dios. Y todas de acuerdo a nuestra fe, a los dones que se nos otorgó llegamos a dar fruto en su tiempo, para la gloria de Dios.

¿Y dónde es que vemos claramente estas dos clases de mujeres? esto se encuentra en el Evangelio de Lucas 10:38,42. Un breve resumen de la persona de cada una.

María representa a la mujer cuya fe brilla por su pasividad y su confianza, que prefiere estar junto a los pies de Jesús, mujer de pensamientos profundos, que ve lo que otros no ven, ungir al Señor con perfume, y enjuagar los pies de Jesús con sus cabellos preparando así sin saber al Cordero de Dios al inminente sacrificio.
Martha cuya fe brilla y es activa, deseosa de atender y servir mejor a su Maestro. Muchas veces se le ha juzgado a Martha como una mujer que solo es afanosa, pero ella era una mujer íntegra, que amaba ardientemente a Jesús, y Jesús también la amaba, Pero, el servicio de ministrar misericordia y ayuda no lo es todo (y esto es lo que quiso expresar el Señor cuando le dijo que María había escogido la mejor parte)

Ahora vamos a ver cómo estas dos mujeres actúan y reaccionan en medio de la muerte de su hermano Lázaro, invirtiendo así sus papeles y mostrando diferente su fe en Juan 11: 20-28 se nombra nuevamente a Martha y María, ya había pasado un año.

Aquí vemos a María terriblemente afectada por la muerte de su hermano. Aquella que atentamente brillaba, y se deleitaba oyendo la voz de su Salvador la vemos en esta terrible circunstancia desfallecer humanamente, siendo consolada por otros.

Mientras que en esta oportunidad vemos la fe de Marta brillar con más intensidad que la de su hermana, sintió dolor ¡claro que sí! pero actuó con más firmeza.
Sin embargo ambas fueron amadas por nuestro Señor- y cómo podemos apreciar ambas tenían fe y dieron frutos de ello en determinado momento. ¡Y todo para que el nombre de Dios sea glorificado!


Podríamos comparar diciendo que en cierto momento María trabajaba con oro, y Martha con plata. Y en otro momento Martha trabajaba con oro y María con plata. Pero al final la fe de ambas fue perfeccionada según el propósito de Dios.
Es por eso que ninguna hermana debe formar hermanas de acuerdo a su persona, sino por el contrario orar para que ellas lleguen a la imagen de Cristo, y aun orar por uno misma para que sea perfeccionada ya que ese es el propósito de nuestro Dios que todas lleguemos a este perfeccionamiento.

Todas atravesaremos periodos donde actuaremos como María y también actuaremos con más madurez como Martha en Juan.
Quiero dejar bien en claro que ambas hermanas se esforzaban en vivir una vida santa, ese tamaño de fe que tenía cada una al principio no era usado para vivir en pecado. No podemos excusar el pecado en el perfeccionamiento de la fe.

Cada hermana en Cristo esta llamada a dar ánimo y aliento, tal como lo hizo Martha con su hermana diciéndole en secreto: ¡El Señor está aquí te llama, y ella se levantó, corrió a los pies de Jesús!

Algunas se fortalecen con solo leer las Escrituras, otras en la agonía necesitan que una hermana les anime y les lleve otra vez la buena noticia -no de salvación, ¡claro esta!
Pero sí el de hacerle recordar las promesas y la esperanza de vida que aguardamos en nuestro amado Señor.

Amémonos, desechemos la malicia, el mal juicio, las críticas, los chismes, y la envidia. Nunca digas: ¡Yo soy más fuerte, yo tengo más fe que aquella hermana! Déjame decirte que si tienes algo bueno, ni siquiera te pertenece es la gracia de Dios que actúa en ti, por lo tanto no seas arrogante u orgullosa en esto.

No esperes que el Señor te diga: ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Rom 14:4 

La Iglesia de Cristo necesita servidoras de todo tipo, e instrumentos del tipo de Martha así como María. Dejemos que nuestra máxima sentencia sea esto:
"La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en sinceridad." (Efesios 6:24.)