24 de febrero de 2013

Mi Esposo no es Cristiano, ¿qué hago?

“Así mismo vosotras mujeres estad sujetas a vuestros maridos, de modo, que si alguno de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra por la conducta de sus mujeres”. 1 Pedro 3:1 al 6.

En el tiempo del apóstol Pedro, existían matrimonios mixtos, conformados por esposas cristianas y esposos incrédulos, o viceversa; esto muchas veces ocasionaba tensión en el hogar, pero aun así ellas debían saber comportarse, y ganarlos para Cristo.



El apóstol Pedro les dice a las esposas cristianas con maridos incrédulos que la predica más poderosa de una esposa cristiana, no son solo palabras; sino una vida diaria tan bella como la de “Cristo”, llena de un espíritu de amor guiada por la Palabra de Dios. El propósito de todas las acciones que ella realice será el de ver a su esposo convertirse en cristiano. La sumisión en amor y gracia por parte de la esposa hacia su esposo no salvo es la herramienta evangelizadora más eficaz que ella posee. Esta sujeción va acompañada de modestia, mansedumbre y respeto. También él debe ver a primera vista la “conducta casta de su esposa”: que es pureza de vida, vivir sin mancha ni defecto moral, y “respetuosa”: que es reverencia a Dios, esto es lo que el esposo no salvo debe observar en todo tiempo.

Por otra parte, la mujer cristiana debe tener un “espíritu apacible”. Una mujer con un espíritu suave y apacible nunca debe ser subestimada, ya que la suavidad no debe ser confundida con la debilidad, ni es la serenidad sinónimo de la estolidez.




Las mujeres más efectivas en lo suyo son las que poseen las cualidades interiores de suavidad y serenidad. En razón de estas cualidades, las mujeres cristianas encuentran favor ante los ojos de Dios. Para esto ella tendrá que poner mayor preocupación en pasar más tiempo desarrollando su carácter interior a través del estudio y aplicación de la Palabra junto a una vida de oración, en vez de poner más esfuerzo en lo exterior para verse bien.

El arreglo verdadero debería estar en las cosas permanentes no transitorias; tales como joyas, ropa o maquillaje o ciertas cosas. No es malo el arreglarse o el uso de joyas pero debemos hacer mayor énfasis en el desarrollo del carácter interior, y no descuidar el carácter espiritual en la semejanza a Cristo.
La belleza que nunca se marchita como sucede con el cuerpo físico es un espíritu afable y apacible. Ella debe mostrar actitudes que no demanden derechos personales actitudes que no sean duras, irritantes o dominantes sino actitudes que suavicen y tranquilicen.

Estos métodos han sido probados por mujeres espirituales de generaciones previas, y han demostrado que dan honor a Dios y son efectivos. Tal es el ejemplo de Sara y de muchas mujeres santas. Pedro no indica que eran perfectas; se refiere a su relación con Dios, porque por sus espíritus suaves y apacibles ellas fueron preciosas ante Dios. 

La esposa discreta elegirá persuadir a su marido a compartir con ella las cosas que conducen a la dicha; pero si él se niega y no quiere nada referente a las cosas de Dios, ella debe seguir procurando la virtud, obedeciéndole en todo, menos cuando él la quiere llevarla a pecar y desobedecer a la Palabra de Dios, o al daño físico.
Las mujeres cristianas deben poner su confianza en Dios y así enfrentar el temor y el desastre con seguridad y calma, para cuando los esposos incrédulos quieran maltratarlas, Dios mismo las protegerá del daño y del peligro. Una esposa debe orar a favor de él, ya que el Padre, «conoce vuestra condición»
Nuestras actitudes hacia nuestro cónyuge son determinadas por nuestras actitudes hacia Dios. La mujer debe buscar de todas las maneras posibles ser una buena esposa, tomando como ejemplo a Cristo, quien obedeció a su Padre y confió en él, aun cuando su propio pueblo lo rechazó (Juan_1:11).