La enseñanza de cómo debemos depender, hallar consuelo y fortaleza en Dios se encuentra en:
2Co 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, ¨Padre de misericordias y Dios de toda consolación¨,
2Co 1:4 el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
2Co 1:5 Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo
El apóstol Pablo, comienza exclamando acción de gracias, alabanza y bendición a Dios, su agradecimiento se concentra no en alguna característica de los lectores que sea digna de ser destacada, sino en el ¨Padre de misericordias y Dios de toda consolación¨, quien había consolado a Pablo en todas sus tribulaciones (incluyendo sufrimientos físicos, peligros, persecuciones, ansiedad y muerte). El invita a cada creyente a creer y hacer uso de esa misericordia y consolación divina en tiempos
difíciles.
Mi hermana, si estás pasando aflicciones en tu vida se nos exhorta a ir directamente al trono de la gracia para obtener misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro en tiempo de necesidad. El Señor es capaz de dar paz a la conciencia turbada y de calmar las pasiones rugientes del alma. Estas bendiciones son dadas por Él como Padre de Su familia redimida. Nuestro Salvador es quien dice:¨No se turbe vuestro corazón¨.
Mi hermana, si estás pasando aflicciones en tu vida se nos exhorta a ir directamente al trono de la gracia para obtener misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro en tiempo de necesidad. El Señor es capaz de dar paz a la conciencia turbada y de calmar las pasiones rugientes del alma. Estas bendiciones son dadas por Él como Padre de Su familia redimida. Nuestro Salvador es quien dice:¨No se turbe vuestro corazón¨.
Él es capaz de vendar el corazón roto, de sanar las heridas más dolorosas, y de dar esperanza y gozo en las aflicciones más pesadas. Los favores que Dios nos otorga no son sólo para alegrarnos, sino también para que podamos ser útiles al prójimo.
Él envía consuelos suficientes para sostener a los que simplemente confían en Él y le sirven. Si fuéramos llevadas tan bajo como para desesperar hasta de vivir, aun entonces podemos confiar en Dios para el tiempo venidero.
A veces cae sobre el espíritu de una persona la carga y el misterio de este mundo incomprensible, muchas interrogantes que atraviesan nuestra mente, ante la muerte, enfermedad, escasez, persecuciones, agravios, etc.
En algunas aflicciones se necesitará un proceso y se requerirá mucha fortaleza y voluntad, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, amputaciones (de senos, algún órgano, o extremidades).
Pero aun así sea cual sea tu aflicción y no encuentres respuestas tienes que aprender a confiar en Dios, buscar consuelo y quietud en El, y en Su Palabra. Este sufrimiento no está en la resignación o la ceñuda, hosca aceptación de la dificultad, sino en la aceptación soberana de que Dios por algo ha permitido esa tribulación que terminara en victoria. Debemos tener un espíritu que puede, no sólo aceptar el sufrimiento, sino triunfar sobre él.
Y aprender a bendecir y dar gracias a Dios; tal y como lo hacia nuestro hermano Pablo.
El cristiano es un atleta de Dios, cuyos músculos espirituales se fortalecen con la disciplina de la tribulación.
No permitas que la ansiedad, depresión, el enojo y resentimiento tomen control de tu ser.
Nuestro deber es no sólo ayudarnos unas a otras con oración, sino en el aliento, animo, en la alabanza y en acción de gracias y, por ellas, dar retorno adecuado a los beneficios recibidos. De esta manera, las pruebas y las misericordias terminarán en bien para nosotras y el prójimo.
Debemos entender que consolar, significa - recibir fortaleza, ánimo y esperanza para hacer frente a la presión física que se tiene que soportar en las aflicciones.
Alguien le dijo a uno que estaba sufriendo: "El dolor le pone color a la vida, ¿verdad?» "Sí -respondió el sufriente, pero yo me reservo elegir el color.»
Como la plata sale del fuego más pura, así el cristiano surge más real y fuerte de los días aciagos.
Pero lo más increíble es que no se nos deja hacer frente por nuestras propias fuerzas, ni resistir sin muestras de cobardías a esta prueba, sino que todo esto viene de la ayuda, y la confortación de Dios, por más que pareciera que estas en un desierto sola enfrentando tus aflicciones, Él está contigo, y te ama, aunque tu dolor te haga sentir vacía y solitaria ¨Él está contigo y te ama¨, se valerosa. Si tu cuerpo ha sido tocado es tu fe la que está siendo probada y en esa prueba hay consolación.
Confortación en el Nuevo Testamento siempre quiere decir mucho más que lástima quiere decir valeroso.
La confortación cristiana es la que infunde valor, y le permite a una persona resistir o asumir lo que sea.
Cualquier sufrimiento nos mide el valor de la fe; porque como dice: el apóstol Pablo (1.5), ¨Que los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo¨
Y esto debe ser tu consuelo, no existe sufrimiento sin consuelo para los hijos de Dios, cuanto más sufrimos, más somos consolados.
Dios permite que esto suceda para que no confiemos en nosotros mismos sino en Él. Depender de Dios en lugar de depender de la habilidad natural propia es de fundamental importancia para la vida cristiana, pero tal actitud no surge naturalmente, se forma por medio de las aflicciones.
Si te sientes abrumada, permite que Dios te consuele tanto como Él puede. Recuerda que el resultado supremo de todo esto, es afirmar tu fe, depender solo de Dios, es para tu bien y madurez espiritual, de todo esto obtendrás ser una fuente de confortación a tu prójimo.
Cuando llega la adversidad, querida hermana deberías decir lo que dijo Policarpo, el anciano obispo de Esmirna, cuando le estaban atando al patíbulo: "Te doy gracias porque me has juzgado digno de esta hora.»
Él envía consuelos suficientes para sostener a los que simplemente confían en Él y le sirven. Si fuéramos llevadas tan bajo como para desesperar hasta de vivir, aun entonces podemos confiar en Dios para el tiempo venidero.
A veces cae sobre el espíritu de una persona la carga y el misterio de este mundo incomprensible, muchas interrogantes que atraviesan nuestra mente, ante la muerte, enfermedad, escasez, persecuciones, agravios, etc.
En algunas aflicciones se necesitará un proceso y se requerirá mucha fortaleza y voluntad, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, amputaciones (de senos, algún órgano, o extremidades).
Pero aun así sea cual sea tu aflicción y no encuentres respuestas tienes que aprender a confiar en Dios, buscar consuelo y quietud en El, y en Su Palabra. Este sufrimiento no está en la resignación o la ceñuda, hosca aceptación de la dificultad, sino en la aceptación soberana de que Dios por algo ha permitido esa tribulación que terminara en victoria. Debemos tener un espíritu que puede, no sólo aceptar el sufrimiento, sino triunfar sobre él.
Y aprender a bendecir y dar gracias a Dios; tal y como lo hacia nuestro hermano Pablo.
El cristiano es un atleta de Dios, cuyos músculos espirituales se fortalecen con la disciplina de la tribulación.
No permitas que la ansiedad, depresión, el enojo y resentimiento tomen control de tu ser.
Nuestro deber es no sólo ayudarnos unas a otras con oración, sino en el aliento, animo, en la alabanza y en acción de gracias y, por ellas, dar retorno adecuado a los beneficios recibidos. De esta manera, las pruebas y las misericordias terminarán en bien para nosotras y el prójimo.
Debemos entender que consolar, significa - recibir fortaleza, ánimo y esperanza para hacer frente a la presión física que se tiene que soportar en las aflicciones.
Alguien le dijo a uno que estaba sufriendo: "El dolor le pone color a la vida, ¿verdad?» "Sí -respondió el sufriente, pero yo me reservo elegir el color.»
Como la plata sale del fuego más pura, así el cristiano surge más real y fuerte de los días aciagos.
Pero lo más increíble es que no se nos deja hacer frente por nuestras propias fuerzas, ni resistir sin muestras de cobardías a esta prueba, sino que todo esto viene de la ayuda, y la confortación de Dios, por más que pareciera que estas en un desierto sola enfrentando tus aflicciones, Él está contigo, y te ama, aunque tu dolor te haga sentir vacía y solitaria ¨Él está contigo y te ama¨, se valerosa. Si tu cuerpo ha sido tocado es tu fe la que está siendo probada y en esa prueba hay consolación.
Confortación en el Nuevo Testamento siempre quiere decir mucho más que lástima quiere decir valeroso.
La confortación cristiana es la que infunde valor, y le permite a una persona resistir o asumir lo que sea.
Cualquier sufrimiento nos mide el valor de la fe; porque como dice: el apóstol Pablo (1.5), ¨Que los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo¨
Y esto debe ser tu consuelo, no existe sufrimiento sin consuelo para los hijos de Dios, cuanto más sufrimos, más somos consolados.
Dios permite que esto suceda para que no confiemos en nosotros mismos sino en Él. Depender de Dios en lugar de depender de la habilidad natural propia es de fundamental importancia para la vida cristiana, pero tal actitud no surge naturalmente, se forma por medio de las aflicciones.
Si te sientes abrumada, permite que Dios te consuele tanto como Él puede. Recuerda que el resultado supremo de todo esto, es afirmar tu fe, depender solo de Dios, es para tu bien y madurez espiritual, de todo esto obtendrás ser una fuente de confortación a tu prójimo.
Cuando llega la adversidad, querida hermana deberías decir lo que dijo Policarpo, el anciano obispo de Esmirna, cuando le estaban atando al patíbulo: "Te doy gracias porque me has juzgado digno de esta hora.»
Cuando un incrédulo pasa problemas
no le ayudan en nada; en cambio a los hijos de Dios, hay una promesa al terminar la tribulación, de que le ayudara para su bien.
Al igual que en los tiempos de la caballería andante, los caballeros llegaban solicitando alguna tarea especialmente difícil mediante la cual pudieran demostrar su devoción a su dama. De la misma manera ¡sufrir o padecer por Cristo debe ser un privilegio!.
Se nos dice de Jesús:
«Porque, en cuanto Él mismo fue tentado y sufrió, puede ayudar a los que están pasando pruebas» Heb_2:18 ).
Barrie, el creador de Peter Pan, cuenta que su madre perdió un hijito muy querido, y luego nos dice: «Así es como mi madre obtuvo sus ojos tiernos, y por lo que otras madres acudían a ella cuando perdían un hijo.»
Ninguna tribulación o prueba esta fuera del control de nuestro Padre.
Hermana lo que te ha sucedido y la confortación que has recibido te capacite para ser una fuente de confortación para otros en el futuro.
Vale la pena experimentar el sufrimiento y el dolor si esa experiencia nos capacita para ayudar a otros cuando sean combatidos por las tempestades de la vida.
¨Y sabemos que los que ama a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito¨. Rom 8:28
Al igual que en los tiempos de la caballería andante, los caballeros llegaban solicitando alguna tarea especialmente difícil mediante la cual pudieran demostrar su devoción a su dama. De la misma manera ¡sufrir o padecer por Cristo debe ser un privilegio!.
Se nos dice de Jesús:
«Porque, en cuanto Él mismo fue tentado y sufrió, puede ayudar a los que están pasando pruebas» Heb_2:18 ).
Barrie, el creador de Peter Pan, cuenta que su madre perdió un hijito muy querido, y luego nos dice: «Así es como mi madre obtuvo sus ojos tiernos, y por lo que otras madres acudían a ella cuando perdían un hijo.»
Ninguna tribulación o prueba esta fuera del control de nuestro Padre.
Hermana lo que te ha sucedido y la confortación que has recibido te capacite para ser una fuente de confortación para otros en el futuro.
Vale la pena experimentar el sufrimiento y el dolor si esa experiencia nos capacita para ayudar a otros cuando sean combatidos por las tempestades de la vida.
¨Y sabemos que los que ama a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito¨. Rom 8:28