*"El celo de Dios":
Este término se refiere directamente a uno de los atributos divinos de justicia y santidad.
DIOS es celoso. Cuando se usa la expresión “Jehová tu Dios, es Dios celoso” (Éxodo 34:14). Es porque, Él es el único objeto de adoración, el Señor exige una plena y exclusiva devoción- no tolera la adoración a los ídolos - ni a ninguna otra cosa o persona.
El celo de Dios por su pueblo es un reclamo de fidelidad exclusiva sostenida en su santidad,
¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Santiago 4:5
Este celo no se debe confundir con envidia, ya que en ningún pasaje de todo el Antiguo Testamento se dice que Dios siente envidia.
Vemos también a Jesús sentir celo santo por la casa de Dios y la defensa del honor que a Él le correspondía, Juan 2:17; «El celo de tu casa me consume»,
*El celo del creyente hacia las cosas de Dios: Tiene que ver con la promoción de Dios y de su gloria por encima de cualquier sustituto, algunos ejemplos:
-Elías pensó que era el único siervo fiel que quedaba en Israel: «He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los Ejércitos, porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto» 1 Reyes 19:10.
-La preocupación profunda de Pablo por los Corintios le llevo a sentir celo santo por la pureza espiritual de los creyentes: «os celo con celo de Dios» 2 Corintios 11:2.
*El celo dentro del matrimonio de creyentes:
En Gálatas 5:19, 20, 21. Nos dice: Que las obras de la carne son manifiestas, las cuales son: inmoralidad, impureza......, pleitos, celos....., los cuales os advierto, como ya lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.
Si eres cristiana nacida de Dios debes tener presente que eres dirigida por el Espíritu, y como hija de Dios, has sido capacitada para vencer el poder del pecado, y caminar por la senda de los mandamientos de Dios, desechado las obras de la carne.
La practica de los celos no sólo es dañino para uno misma, también afecta nuestra relación con los que amamos, y lo peor es que tiene consecuencias eternas "nos priva del reino de Dios".
Fíjate que en este versículo no se nos da pie a los creyentes a tener una gota de celo siquiera (a no ser por las cosas de Dios). Fuera de esto, más bien estamos llamados a “desecharlo”, pero algunas mujeres creyentes de hoy, han tomado los celos como algo muy natural, como parte del amor o afecto que se tiene hacia alguien especial, llegando a tener una personalidad obsesiva, perturbadora, dominante, impulsiva, desconfiada y controladora, etc. Ignorando que es pecado y que solo una sola gota de celo en nuestros pensamientos entrara en ebullición y causara daño no solamente a uno misma; sino a quienes le rodean.
Los celos son considerados bíblicamente como algo propio de un mundano algo muy grave y peligroso.
En Gal 5:22 nos dice: " Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio..."
El apóstol nota principalmente el fruto del Espíritu, lleno de virtudes que debemos esforzarnos por que estén presentes en nuestra persona ya que nos hará cristianas agradables, amorosas, felices, piadosas con un carácter sobrio y modesto.
En la descripción de las obras de la carne y del fruto del Espíritu nos dice qué actitudes debemos evitar y resistir - y qué debemos desear y cultivar, y este debe ser el afán sincero de todos los cristianos reales.
En Gal 5:22 nos dice: " Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio..."
El apóstol nota principalmente el fruto del Espíritu, lleno de virtudes que debemos esforzarnos por que estén presentes en nuestra persona ya que nos hará cristianas agradables, amorosas, felices, piadosas con un carácter sobrio y modesto.
En la descripción de las obras de la carne y del fruto del Espíritu nos dice qué actitudes debemos evitar y resistir - y qué debemos desear y cultivar, y este debe ser el afán sincero de todos los cristianos reales.
En Romanos 6: 12 nos dice que: "El pecado no reine ahora en sus cuerpos mortales, de modo que le obedezcan".
Cristo nunca reconocerá a los que se rinden a ser siervos del pecado de los celos. Y no basta con que cesemos de hacer el mal sino que debemos aprender a hacer el bien. Debemos dedicarnos con fervor a mortificar las obras del cuerpo y a caminar en la vida nueva buscando llevar ese buen fruto con mayor abundancia, que son, a través de Jesucristo, para la alabanza y la gloria de Dios.
En Santiago 3:15, y 4:1, nos dice que los celos vienen de nuestras propias pasiones las cuales combaten en nuestros miembros, en nuestras facultades personales, estos celos comienzan con una guerra interior, entra un mal pensamiento y esto se desata en un caos interior de desconfianza e ira, consumándolo exteriormente llegando muchas veces a los pleitos, discusiones, y maltrato físico y verbal.
Cristo nunca reconocerá a los que se rinden a ser siervos del pecado de los celos. Y no basta con que cesemos de hacer el mal sino que debemos aprender a hacer el bien. Debemos dedicarnos con fervor a mortificar las obras del cuerpo y a caminar en la vida nueva buscando llevar ese buen fruto con mayor abundancia, que son, a través de Jesucristo, para la alabanza y la gloria de Dios.
En Santiago 3:15, y 4:1, nos dice que los celos vienen de nuestras propias pasiones las cuales combaten en nuestros miembros, en nuestras facultades personales, estos celos comienzan con una guerra interior, entra un mal pensamiento y esto se desata en un caos interior de desconfianza e ira, consumándolo exteriormente llegando muchas veces a los pleitos, discusiones, y maltrato físico y verbal.
Nosotras estamos llamadas a mortificar estos deseos con sus demandas y no responder a estas cosas. Pues esto es una actitud mundana. Debemos tener una conciencia viva, transparente, y clara saber que los deseos de la carne son un peligro, no debemos tener ningún punto de celo en nuestra mente, debemos luchar y batallar contra ellos, desechar esa perturbación.
Y si alguna mujer creyente tuviera pruebas de la
infidelidad de su esposo deberá hacer su reclamo claramente, no bajo sospechas de su mente e imaginación, los celos no deben controlar su persona, no debe tener un lugar importante de su atención. Si Deja entrar este tipo de tentación servirá para que su carne y el diablo produzcan oportunidades devastadoras en su hogar.
Estas cosas no deben prevalecer como lo hacíamos antes de la conversión. Si tú eres una nueva criatura tu nueva naturaleza debe prevalecer.
Si dejas que esto te domine estarás en rebeldía, y si es algo normal para ti, dentro de tu matrimonio no tendrás tranquilidad, ni amaras plenamente a tu esposo, iras apagando el amor y serás como una mujer que carcome los huesos de su marido, por el contrario debes ser sabia prudente con dominio, y no la mujer necia que derriba su casa.
En el noviazgo si ya existe discusiones a causa de los celos, ¿Qué te hace creer que actuaras distinta de casada?, pon fin a esto de una vez.
En las relaciones familiares los celos hacia los hijos, hermanos, primas, etc. Traerá de igual manera destrucción, infelicidad, rivalidad, resentimiento, enojo, discordia, odio, etc.
Con hermanas en Cristo, estamos llamados a tener amor unos a otros, a servirnos los unos a los otros, a considerar de mayor estima al otro, a la unidad, armonía - a no ser un obstáculo; sino ser de bendición. A no tener celos por las funciones o bendiciones que cierto hermano recibe del Señor.
También hay una severa advertencia en cuanto a sentir celos o envidia de los pecadores, que prosperan y son fuertes: «No envidies al hombre violento, ni escojas ninguno de sus caminos» Prov 3:31, Salmo 37:1.
Si el celo entra en tu corazón se roba tu paz, gozo, amor, todo el fruto que el Espíritu Santo produce en cada creyente. Harán que tu vida de oración, tus devocionales sean fríos, y metódicos, sin la presencia de Dios. Examínate y date cuenta de la gravedad de este pecado, quizás por costumbre e ignorancia has estado ligada a ello, pero es hora de tener una conciencia limpia ante Dios.
Si has permitido los celos y estas siendo estimulada por ello, debes orar a Dios no sutilmente con una palabra de “lo siento peque”, “perdóname Dios”; sino un ruego de que necesitas de Su gracia, y una nueva conciencia, de que seas enderezada por la gracia de Dios. No descuides el vivir en el Espíritu, ve la gravedad de este pecado y la ofensa grave que cometiste ante Dios, busca el ser animada por la Palabra, reúnete bajo los medios de gracia. Como cristianas no debemos seguir pensando y reaccionando constantemente como mundanos ¡eso no puede seguir así!, guarda tu corazón se consciente que aún tenemos esta guerra, mortifica la vieja naturaleza, ¡hay victoria en Cristo para el creyente!
Entonces en su acepción más positiva el término celo significa «estar lleno de celo de justicia» Como ya hemos expuesto antes celo es un atributo de Dios, también solo es permitido en defensa de las cosas santas de nuestro Dios. En lo demás no hay que practicarlo, sino hay que desecharlo.